29/04/2020
EL GRAN ERROR DE LOS BARBIJOS
En las primeras etapas de la expansión del COVID-19 en Europa y el continente americano las autoridades de la salud insistieron en que los barbijos no eran necesarios. “En serio, gente: ¡DEJEN DE COMPRAR MASCARILLAS!”, tuiteó en mayúsculas exclamatorias el titular de Salud Pública estadounidense, Jerome Adams, y la Organización Mundial de la Salud (OMS) insistió en que los protectores faciales sólo tenían sentido para el personal de salud, los enfermos con síntomas del nuevo coronavirus o aquellos que los cuidasen.
Un enfoque que se diferenció del que tuvieron los países asiáticos: el director general del Centro para el Control y la Prevención de las Enfermedades en China (CCDC), George Gao, dijo que las naciones occidentales cometían “un gran error” al no indicar que la población llevase barbijos además de lavarse las manos y mantener la distancia social.
Mientras se superaba el millón de infectados en el mundo, con casi la cuarta parte en los Estados Unidos, las indicaciones cambiaron en ese país. Pocas horas antes del anuncio, el director del Centro para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC), Robert Redfield dijo a NPR que la agencia analizaba si convenía que la gente sumase el uso de una mascarilla, quirúrgica o de tela, a los hábitos de prevención de la pandemia:
“El gran error en los Estados Unidos y Europa, en mi opinión, es que la gente no lleva mascarillas”,r microgotas y por contacto cercano. Las microgotas juegan un papel muy importante: hay que usar una máscara, porque cuando uno habla, siempre salen microgotas de la boca. Muchas personas tienen infecciones asintomáticas o pre-sintomáticas. Si usan máscaras faciales, pueden evitar que las microgotas que transportan el virus se escapen e infecten a otros”.