03/09/2025
🌍 El Gran Danés
Corría el año 1889 cuando un joven de apenas 16 años, procedente de las frías y legendarias tierras del sur de Dinamarca, más precisamente de Næstved, llegó a estas pampas entrerrianas con un sueño en el corazón y el coraje de ser el mayor de 6 hermanos.
Ese joven era Don Carlos Sauer, y aquí comenzó a escribir la historia que aún hoy late en Colonia Yeruá, Departamento Concordia.
Con esfuerzo y visión, compró un campo al que llamó Santa Catalina, y allí levantó lo que con el tiempo se convertiría en una institución: El Viejo Almacén Sauer.
Al principio fue pulpería, luego almacén de ramos generales. En sus puertas se detenía la diligencia que unía Concordia con Villaguay; era estafeta postal, surtidor de combustible, y hasta el lugar donde se perforó el primer pozo de agua cuando la gente aún bebía de los arroyos. Su ingenio y prolijidad trajeron progreso y valor a una tierra virgen que comenzaba a despertar.
Pero no fue solo comerciante: Don Carlos también soñó con un parque natural de árboles frutales y un jardín lleno de vida, que junto a su esposa Elisa Lange cuidaban con dedicación. Ese rincón verde fue refugio de belleza y fruto, muestra de que su legado no era solo trabajo, sino también amor por la naturaleza.
Allí, entre mostradores, huertos y esperanzas, vio crecer a sus 10 hijos. Y allí también dejó un legado que se multiplicó con los años: de su mano el almacén pasó a su hijo Federico, luego a su nieto Jorge, y hoy sigue vivo gracias a Inés, esposa de Jorge Sauer, quien lo mantiene de pie con la misma fuerza y amor de quienes lo fundaron.
Don Carlos vivió 98 años, lo suficiente para ver cómo aquello que comenzó con sacrificio y visión europea se transformaba en un faro para toda la comunidad.
Hoy, a 130 años, seguimos honrando su memoria.
Porque lo que nos dejó no fue solo un edificio, sino un tesoro de trabajo, naturaleza, sacrificio y aprendizaje que se transmite de generación en generación.
El Viejo Almacén Sauer sigue en pie, como testigo de la grandeza de aquel joven danés que soñó y cumplió.
Ese fue, y siempre será, El Gran Danés.